jueves, 5 de agosto de 2010


Fuimos, qué sé yo qué cosa fuimos,
caminábamos a la par difusos,
desde ningún lugar, hacia ninguna parte,
sin estadía, sin amparo,
visiones sometidas al desierto
de alguna primitiva transparencia,
como ciegos esmaltados,
como reminiscencias de otra vida
que arrastran su extension desenfrenada,
tan cercanos, tan huidizos,
desfigurados, salpicados, imprecisos.
Caminábamos a la par, convictos,
de cierto Amor felinos en su gracia,
sin pórticos, sin procesiones,
sin suelo familiar ni albas venideras,

sin carne nuestro anuncio palpitante.
Fuimos, ya nunca sabré qué cosa fuimos.
Solos en la voracidad,
irremediables en la disgregación,
máscaras tiesas, máscaras del fin,
ardidos semiseres semiespesos,
caminábamos a la par,
príncipes de cierto Amor en la deriva intensa,
sedientos en el viejo barrio inmóvil,
nuestra sed mortal desprevenida
en la entrañable imperfección,
lejos de casa, más lejos aún
de la cavidad natal.
Vos y Yo, rotas lineas de arabesco,
recortes de una llama,
bocetos en la flotación del caos.
Caminábamos a la par, deseantes,
desde ningún lugar,
hacia ninguna parte,
sin luego,sin después,
sin fatalidad de sangre
el roce vendaval de nuestro instinto.
Fuimos, ya nunca sabré
si acaso fuimos,
si esuvo Amor aquí, si fatigado
dejó su herida y se alejó sinuoso,
aún fresca su radiante mordedura,
su risa mala,
su lujuriosa piedad,
su máscara de bien desapegado.
No vengas a mí,
no te acerques a mi daño,
soy tu corazón perecedero,
tu velo, tu fabúla, tu casi acontecer,
el cebo de la lástima que arrasa.
No me llames, no me pidas,
no me esperes,
tengo casa, familia, obligaciones,
tengo un poco de todo,eso me basta,
lo bello de tu cuerpo me hace débil,
lo extraño de tu mundo me destierra.

2 comentarios:

  1. Aunque a veces no me lo crea, usted es especial, y por eso mi alma le quiero regalar, por eso y mucho mas... la quiero mucho Solcito. No tan anonimo, Gabriel

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Te busco, amor, en la vigilia y cuando duermo. En el pasado de mi vida, en el a-tiempo. Recorro gaviotas que me han prometido una respuesta. Golpeo soledades por si acaso sean tu escondite.
Y la sangre, la sangre de estos puños lastimados. Desde la biblioteca Pablo me ofrece veinte poemas que te nombran. Pero sigue el silencio.

Te busco, amor, en la pertinaz indiferencia de los días. En el dolor. La mordedura.
En la inabarcable zozobra de todo lo imposible.


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