lunes, 17 de mayo de 2010

No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo, no quieras con desgana
no te salves ahora ni nunca.


No te salves, no te llenes de calma
no reserves del mundo sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados pesados como juicios
no te quedes sin labios, no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre, no te juzgues sin tiempo.

Pero si pese a todo no puedes evitarlo
y congelas el jubilo y quieres con desgana
y te salvas ahora y te llenas de calma
y reservas del mundo sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados pesados como juicios
y te secas sin labios y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil al borde del camino
y te salvas, entonces
no te quedes conmigo ...




M.B

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Te busco, amor, en la vigilia y cuando duermo. En el pasado de mi vida, en el a-tiempo. Recorro gaviotas que me han prometido una respuesta. Golpeo soledades por si acaso sean tu escondite.
Y la sangre, la sangre de estos puños lastimados. Desde la biblioteca Pablo me ofrece veinte poemas que te nombran. Pero sigue el silencio.

Te busco, amor, en la pertinaz indiferencia de los días. En el dolor. La mordedura.
En la inabarcable zozobra de todo lo imposible.


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